Juma Fernández

Humorista - Cómico - Showman

Cumpleaños, quinceañera y un chino en moto

Tuve una novia colombiana. Nada raro, ¿quién no ha tenido una pareja hoy en día? El caso es que el choque de culturas es muuuuy grande, y cuando eso pasa, ocurren cosas

Un día, me invitaron a la fiesta de los 15 de la sobrina de mi pareja. (Aquí hago un inciso). Si no lo sabías, la fiesta de los 15 en Latinoamérica es básicamente su Super Bowl. Es LA FIESTA. Es un evento donde tiran la casa por la ventana, y tú solo intentas no romper nada.

Así que, imagina: yo, un veinteañero de barrio. Y cuando digo de barrio, hablo de más de barrio que un columpio oxidado.

Mi pareja me dice: “Es la fiesta más importante de mi familia”.

Y ahí estoy yo, pensando que solo tenía que ponerme un traje y parecer mínimamente decente. Pero no. Eso no era suficiente.

Llega el día. Todos los invitados son colombianos. Pero no colombianos cualquiera: eran como extras de “Narcos”.

Cartel oficial de 'El show de Juma'n'

Y ahí estoy yo, rapado al cero, con un traje que me quedaba como prestado, y para colmo… ¡con pajarita!

Resumiendo: el único blanquito con pajarita en una fiesta de colombianos. Os podéis imaginar quién parecía el camarero.

Y eso no fue todo. La noche seguía mejorando. Llega la cena. Todo muy elegante. Y de repente, aparece un chino en moto. ¿Qué hice yo? Grité: “¡Qué bien, la cena!” Claro, resulta que el tipo no era el repartidor. Era el padrino de la niña.

Pausa. Un chino, padrino de una niña colombiana. Plot twist, ¿verdad? No os preocupéis, que os lo explico. La madre de la niña, cuando llegó a España, trabajó como niñera de la hija del motorista chino. Años después, las dos niñas crecen juntas, y como aquí no tenían familia, el chino decidió convertirse en el padrino. Y ya está, el chino padrino. Es raro, pero tiene sentido.

Volviendo a la fiesta, hay un dato importante que no os he contado. Era 15 de octubre, mi cumpleaños. ¿Y a qué no sabéis qué hizo mi novia para “sorprenderme”?

Aparece con un ramo de flores. Un ramo. Para un tío de barrio. Delante de 40 colombianos.

Así que ahí estoy yo, con mi ramo de flores, en una fiesta donde todo el mundo me miraba como si acabara de ganar el Tour de Francia. ¿Qué hice? Pues lo único lógico: pillé una botella de cava y me autoproclamé campeón. El resto de la noche lo dejo a vuestra imaginación.

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